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Pep Bernadas: «La industria turística ofrece el mundo como un espectáculo»

Por: Lluna Fabregat, alumna del Máster en Periodismo de Viajes 2023.

Pep Bernadas, antropólogo y cofundador de la librería Altaïr (1979) ha dedicado casi 45 años de su vida al periodismo de viajes. Bernadas ha estado en países como Italia, Algeria, Mali, Níger, Uruguay o Argentina con el objetivo de profundizar en la cultura de los países estableciendo relaciones sanas y fructíferas con sus habitantes. Ahora, el antropólogo dirige la librería Altaïr, su magazine y la agencia de viajes Orixà.

¿Cuándo y por qué surgió tu interés personal por el viaje?

Es muy fácil que un niño del Prepirineo que vive en el culo del mundo sueñe con las cosas que no tiene. Cuando yo tenía dieciséis años, me hablaban del Renacimiento en el instituto y se me ocurrió decir una mentira a mi familia e ir a Florencia. Al llegar, encontré un grupito de Nápoles que era bastante animal. No hice nada de lo que pensaban hacer, pero me di cuenta de que viajando es más importante ver qué encuentras que ser esclavo de lo que buscas. Todo lo que quieras fotografiar todavía estará allí cuando vuelvas, pero lo que pasa cada día no. A partir de aquí, empecé a viajar mucho. 

¿Qué es el viaje? ¿Qué implica, qué nos proporciona y cuáles son sus objetivos?

Cada uno viaja como vive y vive como viaja. Tantas cabezas, tantos sombreros. En mi caso, viajar es una gran ocasión para contrastar eso que imaginaba con eso que encuentro y preguntar muchísimas cosas. ¿Quién puede responder a estas preguntas? Generalmente aquél que no sabe que sabe. El viaje te da un pulso del mundo, no de lo que te han dicho que era. Sino de lo que tú aprendes. Como soy antropólogo, lo social me interesa mucho y he viajado siempre detrás de estas cosas. Viajar es profundizar, conocer qué pasa en un sitio y acompañar procesos. ¿Qué debería pasar aquí para que eso funcionara? ¿De dónde puede llegar la pasta para que aquí haya unos ingresos suficientes? Por eso reivindico que no se asocie el viaje a solo el consumo de unas ofertas.

¿Cuál es el nexo de unión entre la antropología y el viaje?

Sin viaje es imposible hacer nada de antropología. El viaje es imprescindible para conocer. Hay mucha gente que cree que es la hostia y ha leído mucho, pero no saben lo que no han leído. Es importante darse cuenta de lo que nadie ha escrito y darse cuenta, sobretodo, de que lo que han escrito muchos se lo podían guardar. Si yo hago un artículo sobre un viaje, podré mostrar una parte muy pequeña de todo lo que veo. ¿Y qué veo? Veo en función de lo que llevo dentro. El ejercicio a hacer es mirar por ti mismo y, sobretodo, no considerar que tu observación debe quedar por debajo de otra que tiene un nombre y un apellido.

¿Cuál es el viaje que más te ha marcado o sorprendido? ¿Por qué?

No hay uno en especial, pero si jerarquizamos, Algeria, Mali y Níger. Pasé muchos años a caballo de estos tres países porque uno de mis intereses dentro del mundo de la antropología es la ruptura del nomadismo. Nómada se entiende como uno que va de aquí hacia allí, pero no es así. Esta gente siempre tiene un recorrido fijo. Antes de ir a Algeria, en el año 1973, repetía prácticamente lo mismo que aquellos señores que habían escrito en los años 40. Llegas allí y flipas. No existe nada de todo eso. Es muy fácil escribir leyendo porque piensas que nadie irá. Y eso me enfadó mucho. Me di cuenta que el mundo de los nómadas y de los tuaregs no existía. ¿Y qué existía? Vi que había mucha miseria de gente e hice la tesis sobre eso.

En la entrevista publicada a Letra Global, afirmaste que «no existe el turismo cultural» y dijiste que «utilizar turismo para hacer cultura es una cosa» y «utilizar turismo para vender es otra». ¿Sería posible que existiera el turismo cultural? ¿Cómo se podría solucionar esta dicotomía?

La gente que habla de cultura no tiene ni idea de qué es la cultura. Son pretextos para decorar el escenario. Hay dos ejes que mueven prácticamente todo el panorama social, económico y político: vanidad y banalidad. Siempre hay el «yo», la vanidad, y siempre hay las gilipolleces que no tienen ningún tipo de importancia, la banalidad. Lo que hace la industria turística es ofrecer el mundo como un espectáculo. Esto es jodido porque va creando una falta absoluta de interés y consciencia. Aun así, sería posible que existiera el turismo cultural. Se deberían pensar las cosas al revés. Cuando haces turismo cultural, hay una persona que te recita un rollo que se ha aprendido de memoria. Yo intentaría llevar notas y poder plantear temas comprendidos allí. La diferencia es la actitud.

«Hay dos ejes que mueven prácticamente todo el panorama social, económico y político: vanidad y banalidad».

Librería Altaïr. Créditos: Lluna Fabregat.

¿Crees que todas las personas pueden viajar? ¿Y hacer turismo?

Para mí, el viaje y la distancia no tienen nada que ver. Cuando yo llegué aquí, a Barcelona, cada domingo me iba con la moto a un barrio a mirar la ropa tendida de los balcones, entraba en un bar y escuchaba las conversaciones de la gente. Viajar es la actitud de observar, ver y querer comprender. Hay gente que se puede ir a la otra punta del mundo y eso es un viaje, en teoría, pero el efecto del viaje no lo conocerán. Para mí,buscar el efecto del viaje es una manera de mirar el mundo: tu mirada. Es muy importante exigirte a ti mismo que la mirada vaya más allá de la punta de la nariz. Y eso de los turistas y viajeros, ¡ay señor! Son de esas discusiones que son pura vanidad.Todos quieren ser viajeros y se menosprecia al turista. Todas las personas se comportan como turistas, ¡no jodamos! No hace falta entrar en este juego porque todos somos pasantes que vamos a un sitio sin tener ni idea y, entonces, si nuestra actitud nos lleva a querer descubrir qué pasa, eso es viajar.

¿Qué crees que pasará o debería pasar en los próximos años en la indústria turística?

Ay, no lo sé. Hay una hipertrofia de esta industria. El turismo es una forma muy interesante de traer pasta rápidamente. ¿Pero esta pasta para quién debe ser? ¿Adónde va? ¿Cuánta necesitamos? Para mí, la clave siempre es que la persona que está en un sitio tenga la capacidad de decidir si viene gente y, si lo hace, qué pedir. ¿Pero qué tipo de turismo queremos? ¿Qué límites tiene? ¿Quién lo controlará? El turismo debe llevar mercado donde no lo hay. Se debe generar un cambio desde dentro, controlado por esta gente, no por alguien de fuera. Todo lo que sea hacerse la foto, comprar el souvenir y, sencillamente, ser un usuario de unos servicios que te dan sin contacto con la gente de la zona es legítimo como comercio y como turismo, pero no subvirtamos las cosas y concibamos un espacio libre para invitar a conocer y mirar desde la cultura.

El turismo debe llevar mercado donde no lo hay. Se debe generar un cambio desde dentro, controlado por esta gente, no por alguien de fuera”.

Librería Altaïr. Créditos: Lluna Fabregat

Altaïr es la librería de viajes más grande de Europa. Pero, ¿qué es Altaïr? ¿Cómo y por qué comenzó este proyecto?

Todo esto comenzó como un juego con un compañero de curso. En el ámbito comercial, queríamos crear la librería. Pero, además, quisimos convertir la librería en un espacio de búsqueda y entender el viaje como un proceso de conocimiento y una herramienta de trabajo..Altaïr es una cosa singular porque no es una librería, no es una agencia de viajes, no es una editorial, no es un magazine, no es un café y no es un fórum. Altaïr son todos estos elementos, sumados y coordinados, que intentan dar el pulso de un espacio.

Altaïr es el nombre de la estrella más brillante de la constelación de Aquila y se dice que guiaba a los viajeros. ¿Es este el motivo que os llevó a nombrar así a vuestra librería o existe otro?

Cuando yo era adolescente, era un devorador de libros. Había un señor que se llamaba Henri de Montfreid, que era francés y tenía un velero pequeño de doce metros que se llamaba Altaïr. Este señor vivía con los somalís, pescaba perlas, hacía contrabando de hachís, de armas y de lo que fuera.  Y, cuando el cónsul francés lo llamaba para hacer cuentas y le decía que cómo podía ser que viviera con los somalís e hiciera estas cosas, respondía: «Procuro que no me confundan». Y claro, para mí, este era mi héroe. Tenía un pensamiento anticolonial tan claro que lo admiraba. Entonces, cuando yo tuve una cosa mía y debía ponerle nombre, ese era mi barco, ¿no? Pues le llamé Altaïr. De hecho, nosotros descubrimos que era la estrella después de conocer el barco.

Después de tantos años leyendo y vendiendo libros de viajes, ¿qué debe tener un libro o crónica de viajes? ¿Se ha planteado volver a escribir?

En el momento que existe un método de escritura que marca cómo debes explicar una historia, es más fácil que sea bien leída y bien comprendida. Además, es importante que cualquier persona que escribe sea responsable de lo que dice. Yo pediría a la gente que explique eso que es suyo y que aporte ese plus. Y, obviamente, puede hacer referencia a eso que ya se ha escrito, pero no puede cogerlo como si fuera del corpus. Ahora tengo ganas de comenzar a escribir,tengo reflexiones que hacer sobre el turismo como herramienta transformadora de economías obsoletas. Me gustaría plasmar la diferencia que veo entre lo que se está haciendo y lo que se debería hacer. Nadie me hará caso, pero por lo menos, si queda escrito, igual alguien lo lee.

¿Cuál es esta diferencia? ¿Qué se debería hacer?

De entrada, se debería dar la vuelta a este artificio del turismo como gran panacea de la economía. Lo que no podemos hacer es renunciar a esos mínimos que nos conectan con el mundo. No podemos depender del todo de una economía que no controlamos.  Por otro lado, los procesos tecnológicos no se piensan para mejorar la vida, se piensan para mejorar la comercialización y, entonces, se exagera tanto el consumo que se estropean muchos recursos. Así pues, el turismo se hipertrofia y limita todo eso que haría que funcionara el territorio. Creo que estamos haciendo un esfuerzo demasiado grande para unas necesidades ficticias que representamos como si fueran básicas y, en cambio, nos olvidamos de las reales.

¿Cuál es la situación actual de Altaïr?

Con el negocio, ¿qué ha pasado? Durante mucho tiempo todo lo que se ha ganado se ha invertido aquí. No ha habido repartimiento de beneficios. Entonces, cuando llega la crisis del 2008, aquí lo pasamos muy mal porque no se hacen tantos viajes y baja el consumo de libros. La estructura de la empresa continúa siendo la misma. Después de la crisis ocasionada por la pandemia, estamos peor que después de la crisis del 2008. Es duro, pero espero que haya un cambio. Debemos potenciar la parte cultural de la casa porque es lo que nos puede desmarcar.

Así pues, Pep Bernadas considera que el viaje es una oportunidad para aprender y contrastar lo que se conoce con lo que se encuentra en el destino. Y es que, según Bernadas, viajar es cuestión de actitud. Por otro lado, el antropólogo considera que la industria turística tiene ciertos aspectos a mejorar. Un ejemplo es que el turismo debe «llevar mercado donde no lo hay» y generar un cambio controlado por los habitantes del país que repercuta en los negocios y la industria local. En cambio, el turismo «espectaculariza» el escenario y se «hipertrofia». Pep Bernadas asegura que escribirá sus opiniones respecto a esta problemática y la visión del turismo como herramienta transformadora de economías obsoletas.