Por: Angélica Rodríguez, alumna del Máster en Periodismo de Viajes 2024.
Hay miles de motivos que llevan a un ser humano a migrar hacia otro país, en el caso de Cari Valderrama, de 42 años; y su hija Adriana, de 17 años; hubo solo una razón: alejarse del abismo entre la vida y la muerte. Ellas salieron de su natal Perú para emprender un viaje cruzando el océano atlántico, dejando a su familia atrás. La meta de Cari fue conseguir un trasplante de médula en Barcelona y así salvar a su hija de la leucemia.
En la siguiente entrevista, Cari nos cuenta a detalle la travesía que ha tenido que enfrentar junto a su hija para, literalmente, sobrevivir en España.
¿Qué motivos la llevaron a mudarse a Barcelona?
El motivo fue por salud… El 2 de marzo de 2022 le detectaron a Adriana que tenía leucemia. Se fue al colegio; se sintió mal; se desmayó. En Perú la llevamos a un centro médico y le sacaron unos análisis de sangre en donde se veía que la hemoglobina estaba alta y las plaquetas bajas, entonces el médico que la vio dijo “esta niña aparentemente tiene leucemia”. ¡Es más! Yo me enojé mucho con el médico porque dije “cómo él va a decir algo tan a la ligera”. Mi hija tenía 15 años… Por cierto, yo soy del norte de Perú: Chiclayo; entonces la revisaron, le hicieron exámenes y al día siguiente nos confirmaron que sí era leucemia y que lo mejor era viajar a Lima para tratarla. Fue algo devastador para nosotros.
¿Había antecedentes de leucemia en la familia?
Nunca, ningún familiar con antecedentes. Ni por el lado de su padre, ni por el mío. Por lo que no tenía nada de conocimiento de esa enfermedad. Para mí esa enfermedad era sinónimo de muerte. Así que emprendimos ese viaje a la capital. El hermano de mi papá vivía en Lima pero muy lejos, entonces era un trayecto muy largo hacia el hospital. Además, no estábamos seguros si nos iban a atender porque el hospital tenía que aceptar nuestro caso.
¿Qué le decía su hija en esos momentos?
Estaba muy asustada, tenía muchos moretones en el cuerpo. Yo no le dije realmente que ella tenía leucemia en su momento. Me daba pena verla triste, llorando, nerviosa, asustada. Finalmente nos aceptaron el caso y comenzó a recibir quimioterapias. Y nos dijeron que tenía leucemia linfoblástica aguda con células T. Me dijeron que esa es la más agresiva. Cuando ella ingresó la primera vez tenía el 98% de células cancerígenas y cuando salió solo tenía un 3%. Entonces yo me tranquilicé… Siempre se volvía a hospitalizar por un mes, más o menos.
¿Qué pasaba con su vida mientras tanto? ¿dónde estaba viviendo en Lima?
Estaba en la casa de mi tío pero era muy lejos del hospital. Yo tengo dos hijas más, justo cuando me tuve que ir para Lima no me las pude llevar conmigo porque estaban estudiando. En ese tiempo le hacían muchas quimios. Constantemente hospitalizada. Así que después alquilé un departamento y cuando mis hijas salieron a vacaciones me las llevé a Lima también. Al no poder trabajar un horario completo, saqué un préstamo y puse un negocio, una tiendita, entonces podía ir al hospital y estar pendiente de mi hija. Así hasta la octava sesión de quimio. Mi hija estaba muy ilusionada; decía que por fin iba a recuperar su vida. Pero desafortunadamente los médicos me dijeron que mi hija había recaído. ¡Dios mío, qué desesperación tan grande!
¿De dónde surgió la idea de viajar a España para encontrar un tratamiento médico?
Durante ese tiempo yo estuve leyendo y buscando dónde poder encontrar una esperanza de vida para mi hija. Busqué y busqué y di con El Hospital Sant Joan de Déu, que allí hacían trasplantes y que tenían mucho éxito, que iba gente de todo el mundo y es un hospital que hace muchos estudios sobre la leucemia.
¿Ya había salido del país antes?
Nunca, no tenía pasaporte. Pero sabía que ese era el único sitio donde podían salvar a mi hija. Comencé a sacar préstamos, a vender lo poco que tenía. Compré los billetes más caros porque eran para agosto, temporada alta de verano, pero yo dije que no importaba porque en Perú ya no había esperanza. No podían hacerle un trasplante allí. Lastimosamente los gobernantes de Perú no compran insumos para que se puedan hacer trasplantes, entonces la gente está que muere ahí con esta enfermedad.
¿Cómo fue la llegada a España?
Fue horrible, viajamos en pleno agosto. Supuestamente un conocido de mi hermano nos iba a recibir y ayudarnos a buscar una habitación.
Es decir, no conocían a nadie en este país, ¿verdad?
No… Yo tenía mucho miedo. Sobre todo, pensando en comunicarme con ese muchacho que nos iba a recibir. Lo llamamos mucho y cuando aterrizamos él no contestaba el teléfono. Además, nos daba miedo la llegada con los de migración… pero lo único que nos preguntaron fue por qué vienen y si teníamos algún hotel para hospedarnos. Nos pusieron el sello e ingresamos al país. Mi hija veía con su peluquita, estaba calva de todos los tratamientos y gracias a Dios no tuvimos problemas.
¿Finalmente la persona que las iba a recoger en el aeropuerto llegó a buscarlas?
Una familia peruana nos ayudó y nos llevó en su coche, después él me contestó y me dijo que se había quedado dormido y nos recogió donde estábamos. Después él nos llevó donde la señora que nos iba rentar la habitación. La señora llegó a las 11 de la noche, eso fue en La Sagrada Familia. Mi hija se quedó dormida encima de las maletas, eso fue todo un desastre.
¿Después de haberse instalado en el piso, fueron inmediatamente al hospital?
Mi hija la verdad me decía, “ay mamá, no me lleves al hospital todavía, démonos una semanita más para conocer”. Pero a los dos días que estuvimos ahí se me desmaya en la calle. Así que tuvimos que irnos al Hospital Sant Joan de Déu y ahí les dije toda nuestra situación. Llegó la oncóloga, me pidió la historia clínica. Yo solo había traído dos hojas. Gracias a Dios la doctora aceptó que pudiéramos enviarle mil ciento y tantas hojas al correo.
¿Tuvieron problemas en el hospital para ser atendidas ya que eran turistas?
Me hicieron firmar un papel donde yo aceptaba que de forma irregular había llegado a este país, prácticamente engañando que vengo de turismo cuando en realidad vengo por lo que se conoce como “turismo médico”. Firmé los papeles, todo y supuestamente me iban a dar la autorización para que mi hija comenzara tratamiento. Los médicos habían hecho una reunión para evaluar cómo la iban a tratar antes del trasplante, porque sabían que lo que ella necesitaba era un trasplante sí o sí.
Cuando iba a comenzar tratamiento me dicen en el hospital que tengo una cita con el doctor Pujante, ministro de Relaciones Exteriores de Cataluña.
¿Qué sucedió en esa reunión?
Fue uno de los peores días de mi vida, aparte de cuando me enteré que mi hija tenía leucemia. ¿Por qué? Porque este doctor me dijo que a mi hija no podían darle tratamiento acá y que conoce que lo que mi hija necesita en un trasplante de médula y aquí no se va a poder hacer. Te lo juro que lloraba mucho delante de él. Le supliqué, lo único que me faltaba era arrodillarme delante de él. Se me venía todo el mundo encima. Había venido desde tan lejos para recibir un tratamiento que le podía salvar la vida a mi hija y me lo estaban negando. Yo salí y seguía llorando. Cuando llegué al hospital me encontré con una doctora muy linda y me dice “mami, ¿qué pasa?” la abracé y me puse llore y llore. Y ella me dijo, no te preocupes, voy a hablar con mi jefa.
¿Había una posibilidad que después de esa reunión le dieran de alta a Adriana?
Ajá, sí porque el doctor Pujante me dijo que se iba a comunicar con el personal médico para que no nos atendiera más. Tenía mucho miedo. La doctora igual dijo que me tranquilizarla. Creo yo que el personal se comunicó con el doctor Pujante porque después de un mes volví a tener una cita con él y me autorizó el trasplante. Entonces pienso yo que sí, sí conversaron con él porque en el hospital sabían que si nos íbamos del hospital era condenarla a muerte.
Habían pasado más de 90 días, ¿se hizo una renovación del visado?
Ya se había vencido mi estancia, ya a partir de noviembre ni mi hija y yo estamos legales, pero no estamos haciendo nada malo y tenemos el permiso del cuerpo médico. De hecho, en noviembre fue que me llamó el doctor Pujante porque inicialmente el trasplante de mi hija iba a ser el 25 de noviembre. Pero se tuvo que posponer porque mi hija estaba con las defensas muy bajitas y no podían hacerle un examen de médula. Al final su trasplante fue el 15 de diciembre y la donante fui yo. salió de alta el 26 de diciembre y ahí estamos con la lucha.
¿Entregaron la habitación que habían rentado recién llegaron?
Ay, sí, la entregué, solo estuvimos un mes porque después mi hija estuvo hospitalizada. Ya como el hospital se dio cuenta que no tenía recursos para dónde irme, primero me mandó a la Casa Sofia unos días nada más y después me tenía que hospitalizar con ella por el trasplante y después del trasplante nos colaboraron con un piso donde viven 4 familiar, o sea conmigo somos 4. Todos somos peruanos… y ahí estamos en la lucha con Adriana.
Recién hemos ido al hospital y nos han dicho que sus plaquetas están bajas. Y yo… es un miedo constante porque el médico lo que nos dijo es que el trasplante no es una cura total.
¿Qué sucede con el trámite de migración y la situación legal en España mientras siguen los chequemos médicos?
Yo presenté mis papeles pidiendo una residencia humanitaria, pero está en trámite, no se sabe… pero también el hospital nos ha dicho que dentro de 6 a 9 meses después del trasplante como que lo evalúan para que te manden a tu país dependiendo de cómo se encuentre su salud.
¿Hay una palabra que pueda definir lo que significa España para ustedes dos?
Para nosotros es agradecimiento total, realmente le he agarrado mucho cariño a este país. Sobre todo, la vida de mi hija; vine y se las puse en sus manos y siento que me la han salvado.
¿Qué sueños tienes hoy en día? ¿Qué le gustaría seguir viviendo con Adriana ya sana?
La verdad, a mí me gustaría mucho quedarme aquí siempre y cuando mi situación migratoria y legal cambie, así puedo tener trabajo y aportar a este país que tanto nos ha dado y, sobre todo, poder tener a todas mis hijas juntas, ya que las dos menores están en Perú, quienes me necesitan. Este país es seguro. Me gustaría que mis hijas vengan pero todo si legalmente es posible. Sino, volveremos a nuestro país porque mi anhelo es tenerlas a las tres junto a mí y verlas felices.
Así como Cari y Adriana, hay familias latinoamericanas que han llegado a España para intentar obtener procedimientos médicos, con el fin de salvar la vida de algún familiar. Por su parte, la Generalitat de Cataluña confirmó que han habido 110 casos de personas procedentes de América Latina, que entre el 2022 y 2023 aterrizaron con la idea de hacer un “turismo médico”. Entorno a esta situación hay un gran debate migratorio, sin embargo, el tiempo corre y hay quienes se debaten diariamente entre la vida y la muerte, encontrando en Barcelona el lugar ideal para obtener una esperanza de vida.