Por: Brunna D Luise Turato Lotti Alves, alumna del Máster en Periodismo de Viajes 2024.
Estar abierta a nuevas experiencias
Al principio, creí que mi lucha era por salvar los árboles de caucho, después pensé que mi batalla era por preservar la Selva Amazónica. Con el tiempo, he comprendido que en realidad estoy luchando por la humanidad. Chico Mendes describió su experiencia de esta manera, y Ana Carolina Chiodi, concordando con el ambientalista, cree que su paso por la Amazonía refleja esta realidad. «Fue impresionante observar cómo la dinámica de la naturaleza afecta profundamente la vida de las personas, alterando incluso su percepción del tiempo».
Un sueño y una misión
Carol (33 años) es mestre en Geografía por la UNICAMP- Campinas (São Paulo), ha evolucionado desde la investigación socioambiental y proyectos educativos con comunidades indígenas. Su pasión por la conservación la impulsó a cumplir un antiguo sueño: trabajar en la Amazonía. En septiembre de 2022, empezó su aventura como investigadora en Tefé, Amazonas.
¿Cómo se llama el proyecto en el que estás/estabas trabajando en la Amazonía? ¿Cuál es su principal objetivo?
Como investigadora del Instituto de Desarrollo Sostenible Mamirauá[1], me vinculé al Programa Mujeres en la Ciencia con el proyecto titulado «Adaptación y vulnerabilidad a los cambios ambientales de comunidades ribereñas del Medio Solimões». El objetivo de este es comprender las percepciones y prácticas adaptativas de las comunidades ribereñas de la Reserva de Desarrollo Sostenible Mamirauá frente a los impactos de los cambios ambientales (inundaciones y sequías extremas, procesos de sedimentación y de tierras caídas [2]) e identificar posibles vulnerabilidades de sus territorios a eventos extremos de inundación.
¿Cómo es tu participación?
Viví en Tefé (Amazonas) por casi un año, desarrollando actividades de laboratorio y de campo. En agosto de 2023, regresé a Jaguariúna (São Paulo) para asumir el cargo de profesora de Enseñanza Primaria en la red municipal. Desde entonces, otra investigadora ha continuado con las actividades previstas en el proyecto, mientras que yo desarrollo actividades relacionadas con la investigación de forma remota, con una carga horaria semanal reducida.
¿Cómo te involucraste con este proyecto y qué te motivó a trabajar en la Amazonía?
Conocí el Instituto Mamirauá a fines de 2015 a través de una colega de prácticas que se mudaba a Tefé, ciudad amazónica accesible solo por barco o avión. Mi conocimiento sobre el Norte de Brasil era limitado y teórico. En 2016, participé por primera vez en la Amazonía en un proyecto de recolección de datos socioambientales en comunidades ribereñas cerca de Manaus, motivado por las historias fascinantes de mi colega. La arquitectura, la naturaleza, la confluencia de ríos de distintos colores y la gente local me cautivaron, llevándome a planear un retorno para una inmersión más profunda y entender mejor la región.
¿Cómo es un día típico de trabajo en el campo para ti en la Amazonía?
Para ir al campo, es necesario todo un planeamiento previo, que puede durar días. El desplazamiento hasta las áreas de estudio se hace a través de voadeiras, que son embarcaciones de metal impulsadas por motor. Como son largas las distancias a recorrer, el Instituto posee 7 flotantes[1] esparcidos por las dos reservas en las que actúa, sirviendo para el alojamiento de los investigadores durante los días de investigación. Cuando, aun así, se vuelve inviable el retorno a estos flotantes, es posible pernoctar en algunas comunidades que acogen a los investigadores. Así, una ida al campo es siempre muy movida y llena de aventuras, con derecho a caimanes golpeando en las plataformas de madera de los flotantes durante la noche o, si tienes suerte, de vez en cuando es posible oír el rugido de un jaguar.
¿Cuáles son los mayores desafíos que enfrentas o has enfrentado trabajando allá?
El mayor desafío enfrentado en la Amazonía es adaptarse a la fluctuación estacional del nivel de los ríos, esencial para la vida cotidiana en aspectos como la navegación, la alimentación y la vivienda. Durante la sequía, el acceso a comunidades puede verse comprometido, obligando a reorganizar la logística y el cronograma de investigación. Los efectos del cambio climático, como la histórica sequía reciente, han exacerbado estos desafíos, afectando el suministro de alimentos y agua, aislando comunidades y provocando la muerte de especies acuáticas. La frecuencia creciente de estos eventos extremos, sumada al impacto del desmatamiento, obliga a una constante adaptación tanto de las comunidades locales como de los trabajos de investigación.
¿Hubo algún momento particularmente memorable o gratificante durante tu trabajo en el proyecto?
Siempre he tenido un gran interés por los animales, lo que me lleva a llevar mi cámara a todos lados en busca de capturar especies únicas. Durante mi primer trabajo de campo en noviembre de 2022, mientras participaba en un proyecto que utilizaba tecnología LiDAR para escanear árboles en la Amazonía, tuve un encuentro inesperado. Al esconderme durante un escaneo, oí ruidos detrás de mí y, al girarme, vi lo que inicialmente pensé que era un perro, pero resultó ser un uacari[1], un encuentro raro dado el entorno y la distancia de la comunidad más cercana. Aunque solo logré capturar imágenes oscuras y borrosas debido a la sorpresa y rapidez del momento, ver a este esquivo animal de cerca fue una experiencia increíble y memorable, especialmente porque los uacaris raramente se encuentran en el suelo.
¿Qué lugares has visitado con tu trabajo? ¿Cuál fue el que más te marcó?
Los focos de los trabajos desarrollados en el Instituto son la Reserva de Desarrollo Sostenible Mamirauá y la Reserva de Desarrollo Sostenible Amanã, que cubren 34.740 km² y cuentan con 337 comunidades ribereñas, algunas muy pequeñas y otras más grandes, con más de 100 casas. No logré conocer completamente las dos reservas (¿quién sabe si algún día?), pero por donde circulé conocí personas increíbles y paisajes asombrosamente bellos.
Carol enfatiza la importancia de conectar con quienes están comprometidos con la conservación de la Amazonía, destacando el uso de las redes sociales para intercambiar conocimientos y valorar prácticas locales. Resalta la apertura a nuevas experiencias como clave para contribuir efectivamente a la protección de este vital ecosistema. Al final, nos recuerda la responsabilidad colectiva de proteger la Amazonía, un desafío grande pero lleno de oportunidades para impactar positivamente.