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Editorial

No todo es aventura

Mercado de Rissani (Marruecos). Autor: Santiago Tejedor.

En Hijos del Monzón, David Jiménez coleccionaba historias de perdedores: “es la historia de quienes no han logrado subirse al tren de las oportunidades y que han sido a menudo aplastados por un modelo de sociedad que les ha hurtado la voz”. En Indestructibles, Xavier Aldekoa recoge historias de “gente normal”, “personas que sobreviven como pueden (…) como nosotros”. No es un libro de ganadores –dice su autor–, pero tampoco de perdedores. “Es un libro sobre seres humanos que lo intentan. Hombres y mujeres que sufren, ríen, opinan, evolucionan, se rebelan y luchan”. En Una vuelta al Tercer Mundo, Juan Pablo Meneses, presenta un recorrido alrededor del planeta “con las sobras que va dejando el progreso primermundista”. Y se pregunta: ¿Por qué hay países que nunca están incluidos en las vueltas al mundo? ¿Quién vive y qué sucede en esos lugares? En Volcánica: crónicas desde un país en erupción, Sabrina Duque entremezcla tres grandes temas: la naturaleza volcánica de un país, la relación de su gente con estos fenómenos naturales y una historia socio-política de explosiones, temblores, erupciones y llamaradas.

Aventura del latín adventura, forma neutra y plural del participio de futuro activo del verbo advenire (llegar o suceder). Su significado: los hechos que han de llegar. Y de la misma raíz: aventurar, aventurado, aventurero, bienaventurado, buenaventura.

El periodista Julio Villanueva Chang nos advierte que “ser curioso no es una ocupación para declarar ante un funcionario de migraciones”. Ser cronista —añadiría el escritor Andrés Neuman— tampoco. Quizás hemos errado al acercarnos a la palabra ‘aventura’. Aventura no es peligro. Aventura es aquello que ha de venir, lo que está oculto, lo que te espera para sorprenderte. Lo escribió Nicolás Bouvier: “Tú piensas que vas a hacer un viaje, pero muy pronto es el viaje quien te hace a ti”. 

Fez de noche (Marruecos). 
Autor: Santiago Tejedor.

Pero las historias que contamos son, muchas veces, de gente que nunca llegó, de cosas que nunca sucedieron. Lo decíamos al principio: escribimos también historias de perdedores. El periodismo de viajes —si existe— escribe —mucho— desde esa otra orilla: los desventurados, los malaventurados, la malaventuranza. Busqué hoy libros con esa esencia. En una conocida plataforma editorial digital: 428 lucían en sus portadas el prefijo “des” frente a 14.180 que preferían la faz positiva. Mensaje (no urgente) para Jorge Carrión: Camarada, en “tu” plataforma —que incluye, lo sabes, libros y todo tipo de enseres y artefactos— la diferencia es abrumadora. Más de 200.000 resultados para «aventura». Solo más de 1.000, para la desdichada «desventura». Quizás no vende tanto. Quizás la compramos menos. Algo pasa contra ella.

 Es curioso. Podría parecer fútil. Yo creo que es importante. Los periodistas también somos buscadores y “selectores” de palabras. Y el axioma es, cuanto menos, paradójico: Que presente está esa palabra en el periodismo viajero y que poco la contamos. Desventura.

«El periodismo debe hacerse contra el lector».
Martín Caparrós

(Fragmento adaptado del libro Periodismo y viajes. Manual para ir, mirar y contarde Santiago Tejedor, Ediciones UB, 2021).

Santiago Tejedor, director de Tu Aventura.