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Agustín Cabezas: “Hay que ser más consciente de lo que uno consume como turista”

Foto: Sitio Web Organización Sumá Fraternidad

Por: Trinidad Buffo y Anezka Denton, alumnas del Máster en Periodismo de Viajes 2024.

Muchas veces visitar un lugar se ha reducido a un paso fugaz consistente en sacar fotos de paisajes y monumentos que luego quedan encajonadas. Pero viajar implica un encuentro con “el otro”, una manera de llevar la experiencia de trotamundos hacia una senda que, escapando a la somera transitoriedad, conduce a preservarla durante una eternidad. Esta segunda acepción es por la que apuesta el Proyecto Turismo Sustentable del Noroeste Argentino.

Oriundo de la provincia argentina de Salta y licenciado en turismo, Agustín Cabezas estuvo detrás de la coordinación de la iniciativa. Incentivando el intercambio entre visitados y visitantes, esta dinámica ha garantizado empleos locales, ha mitigado los flujos migratorios desde zonas rurales y ha contribuido a revalorizar las culturas de estos territorios.

 Foto: Sitio Web Radio Nacional

¿Qué entiendes por turismo sustentable?

Entiendo la sostenibilidad no solo desde el punto de vista ambiental sino también desde el humano. Muchas veces se piensa que lo sustentable es un hotel ecológico que consume poca agua y tiene un manejo eficiente de la energía, pero tal vez deja de lado a la gente que vive en ese entorno. Esa es la perspectiva que me interesa, es decir, trabajar con las comunidades.

Para una persona que no conoce el Noroeste de Argentina, ¿cómo lo describirías?

Es una de las regiones más pobres del país. Hay ciudades grandes, pero también territorios extensos casi deshabitados. Y en gran parte de ellos no hay agua potable, desagüe, luz, ni gas natural, y los caminos son malos. El nivel de educación es muy bajo. Entre los adultos, estamos hablando nivel primaria pero tienen grandes conocimientos sobre la naturaleza y la producción. Ahora nos encontramos con chicos que han acabado el secundario. Algunos padres les dan la posibilidad de ir a la ciudad a estudiar una carrera universitaria.

A nivel cultural es muy interesante y la gente es simple. Se me hace difícil generalizar porque trabajo con comunidades que son puramente indígenas y otras que no. Hay muchas tradiciones que se han preservado. Existe un fuerte vínculo con la tierra, la mayoría son agricultores. Viven a una escala familiar de consumo propio y con algún excedente para comercializar.

Paisajísticamente son montañas sobre todo. Tenemos desde el nivel de mar hasta los 6.000 metros. En el medio te puedes encontrar con un montón de cosas.

“Priorizamos a la mujer rural, que en general no pudo estudiar”

¿Cómo planteaste esta idea a las comunidades? ¿Cuál fue su primera reacción?

Surgió a partir de un pedido específico. Como tienen necesidades, la gente empieza a pedir, quiere involucrarse. Un grupo de personas de Cafayate quería restaurar un inmueble abandonado para que varias familias pudieran vender allí sus artesanías. Nos solicitaron asesoramiento. Y cuando fuimos a buscar apoyo económico, el financiador nos dijo que hiciéramos un diagnóstico, y así nos fueron derivando a diferentes personas. Fuimos allí, los escuchamos, les contamos la idea y hubo bastante aceptación.

Priorizamos a la mujer rural, que en general no pudo estudiar, no tiene un oficio ni trabajo, entonces es bastante rápida su inserción en el turismo, sobre todo en artesanía y gastronomía. Y muchos jóvenes, sin posibilidad de continuar estudios, se prestan a estas actividades. Sin duda hubo quien abandonó porque no tenía la habilidad de relacionarse y de acogida.

Y por otro lado priorizamos conformar asociaciones de emprendedores y trabajar en grupo, porque en los ámbitos rurales, apenas le sale a la gente una posibilidad de trabajo en la ciudad se va. Y eso es una gran fragilidad. Nos pasó – y por eso fuimos aprendiendo – que apoyamos y gastamos recursos en un emprendimiento y después ya no existía. En cambio si uno acompaña a asociaciones, se mantienen fortalecidas.

Entonces, el proyecto incluía una etapa de formación destinada a estas comunidades

Exactamente, tuvimos capacitaciones en técnicas de guiado por ejemplo. Para ellos era acompañar en silencio por un sendero en la montaña nada más. Pero un guía tiene que contar una historia. Entonces, ¿qué le podemos contar al turista? Les ayudamos a armar un guión. En un sitio podemos hablar de vegetación, en otro de la fauna. En una parada hay un mirador y se ve todo el pueblo. Allí podemos contar de qué vive la gente. Son detalles mínimos pero después de unos años pudimos ver que al turista le gustaba que le llevara una persona del lugar y le contara sus historias. Claro, requiere un trabajo detrás. Después, los capacitamos en primeros auxilios y les facilitamos equipamiento. Se compraron handies para dar aviso y botellas reutilizables para llevar en los senderos.

Así, mejorando la calidad, se puede cobrar mejor y generar ingresos para ellos. Recibiendo una pareja de turistas ganan tres veces más tal vez y por la mitad de tiempo que lo que obtienen en una jornada de trabajo agrícola. Eso es muy significativo. Les permite una mejora en la calidad de vida que va directamente volcada en los hijos, en la vivienda.

 Foto: Facebook Turismo Sustentable NOA

¿Cómo consiguieron sacar adelante la idea inicial?

Con una colega elaboramos la idea y después vimos quién nos podía financiar y acompañar. Conocimos gente a la que le interesaba el tema, y a partir de ahí encontramos sponsors para la primera etapa. Luego, Economía de Comunión, una organización formada por empresas que comparten parte de sus ganancias para ayudar a personas necesitadas, nos financió otra etapa. En tercer lugar, presentamos un proyecto mayor que financió la Conferencia Episcopal italiana.

El último proyecto terminó en 2021. Después se fue construyendo una red de emprendimientos, muchas familias continúan trabajando actualmente. Nosotros como equipo seguimos teniendo vínculo con ellos pero no hay un proyecto activo actualmente.

¿En qué consistía tu rol principal en el proyecto?

Hemos llegado a ser siete personas trabajando con el objetivo de que puedan ponerse en marcha estos emprendimientos comunitarios. Teníamos un técnico territorial para visitar cada una de las comunidades al menos una vez al mes, para reunirlos, organizarlos, y ayudarlos a hacer asociaciones o cooperativas. Esto implicaba también hacer trámites y darles capacitaciones para mejorar sus emprendimientos, como por ejemplo alojamiento, comedores, visitas guiadas y producción de artesanías. A su vez, los acompañamos en la búsqueda de micro-financiamientos que sirvieron para mejorar pequeñas cosas como la compra de maquinaria. Después tuvimos un programa de microcréditos, los incentivamos a crear sistemas de devolución entre ellos y a formar promotores locales. Finalmente hicimos un acompañamiento para insertar esta oferta en el mercado a través de conformación de precios, vínculos con agencias de turismo, participación en ferias, y creación de material de promoción y difusión. Yo estaba a cargo de la coordinación de todo el equipo, de ejecutar todas estas acciones.

¿Hasta qué punto ayudais a los viajeros? ¿Les creáis un itinerario?

Se arman propuestas turísticas y la comercialización se hace a través de agencias de turismo, porque son las que se especializan en eso y combinan los viajes. Uno lo que tiene que hacer es facilitarle el material a la agencia para que lo pueda vender.

De todas maneras, en Salta donde yo estoy, las comunidades pueden vender directamente a un viajero. Hay gente que compra el pasaje de avión y reserva el hotel por su cuenta, y al pasar por la ruta ve que hay un emprendedor que vende artesanías y le compra. Así conoce y puede decidir quedarse a comer o alojarse allí.

¿Qué tipo de gente encontrasteis que visitaba más?

Los viajeros son procedentes de diversas nacionalidades. Pero hay una presencia importante de franceses. En general depende de cómo se adapta el producto. Por ejemplo, hay una comunidad que tiene varios artesanos, talleres de cerámica, tejido y cuero, un sitio arqueológico, un comedor y un alojamiento. Esa comunidad puede recibir a una pareja pero también ha recibido a un colegio de estudiantes que vive a 10 km de allí. Los docentes se interesan mucho por esto y los alumnos no siempre conocen lo que hay en su lugar. Entonces se amolda mucho a todo.

¿Tuvieron algunos conflictos con turistas? ¿Y conflictos con las comunidades?

Con turistas en general no. Esa es la ventaja cuando trabajas a través de agencias de turismo. Creamos un código de conducta del viajero en el que la comunidad deja saber su reglamento. Por ejemplo, les pedimos que no les den caramelos a los niños porque no hay un centro odontológico cerca. Que respeten los horarios de descanso, que hagan un uso medido del agua.

Avisamos que no tenemos calefacción y sugerimos traer un abrigo extra. Así pueden llegar mejor preparados. Esto achica los problemas. Sí que hemos tenido algún disgusto de turistas que llegaron en forma directa y con una expectativa muy alta porque se encuentran con que el alojamiento es una parte de la casa de una familia humilde que la adaptó para recibir gente. Hay lugares donde está la posibilidad de visitarlos solamente por el día. Es muy flexible. Puedes llevar una carpa y dormir en ella también. Para algunos es muy difícil el tema de higiene, y quieren hacer todo en sólo dos días. Otros en cambio, quieren quedarse una semana donde viven los lugareños y si van con las ovejas a la montaña quieren acompañarlos.

Ahora bien, dentro de las comunidades sí que surgían conflictos. No todos estamos preparados para trabajar así. Aquí se pone mucho en común, se comparte tiempo y se arman propuestas en forma conjunta. Entonces aparecen diferencias de opinión algunos deciden salir y trabajar solos. Es verdad que algunos toman provecho de lo que ofrece la organización en cuanto a financiación y difusión para luego irse. Hay quienes, por el contrario, dicen que les ayudó mucho y siguen para ayudar a otros. Entonces a veces tenemos que trabajar de mediadores.

Hacia el futuro, ¿crees que habrá posibilidad de volver a desarrollarlo?

El proyecto estaba planificado para finalizar en 2021. Como equipo hoy continuamos como consultores independientes y les venimos ayudando con proyectos pequeños para que sigan vendiendo. Suele suceder que las agencias les piden algo y no saben, entonces al primero que llaman es a nosotros.

Y a futuro el deseo es poder replicar esto en otras comunidades. Donde ya hemos trabajado siempre falta, siempre se puede mejorar, siempre se puede hacer más. Pero yo pienso que donde uno ya dio una asistencia durante siete u ocho años, solamente puede ya acompañar a la distancia. Lo ideal es poder ayudar a otros, porque sino se genera una dependencia.

¿Crees que efectivamente se genera un vínculo entre quien va y quien recibe?

Claro, sí, es muy educativo que vos vayas a, por ejemplo Ecuador, y veas cómo se cultiva el café, qué familias hay detrás de eso, experiencias de ese tipo. A partir de ello, después en tu vida tomar un café va a ser totalmente diferente. Y aquí pasa lo mismo.

A nosotros nos gusta decir que es bueno formar un viajero más consciente que pueda abrir la mente. No solo hacer un checklist de visitar “los imperdibles”, sino abrirse a conocer esto. Ser más consciente de lo que uno consume como turista. Por ahí, para vos comer en un lugar te implica la misma plata, pero para una familia, sí que le implica un cambio. El choque cultural es muy fuerte en donde hay muchas precariedades. En el turismo uno quiere mostrar lo mejor dentro de la austeridad. Entonces uno puede, como consumidor, elegir este tipo de opciones.

Hay una riqueza mutua. Para la gente, recibir un turista es una forma de conocerse a sí mismos, y al mundo a través de otros. Y a la vez, un visitante va más allá de lo que dice TripAdvisor. Obviamente estas propuestas son las menos difundidas, cuesta más encontrarlas. Pero hay en todo el mundo, es cuestión de buscar un poquito más.

Esta iniciativa pone en evidencia cómo el turismo puede crear experiencias fructíferas: además de una mejora en las condiciones de vida de quienes la necesitan, ha favorecido el aprendizaje mutuo, ha generado turistas conscientes, ha fortalecido el intercambio cultural y el cuidado del medio ambiente. En última instancia, ha ilustrado que viajar no tiene que ser solo una actividad recreativa, sino una poderosa herramienta de transformación sociocultural.

Para conocer más sobre el proyecto visite esta página: https://www.facebook.com/turismosustentablenoa/videos/-les-compartimos-la-primera-experiencia-de-turismo-comunitario-brealito-cerca-de/404015590683432/