Por: Gioia Tondo, alumna del Máster en Periodismo de Viajes 2023.
Cómo no arrepentirse del tiempo perdido.
Giulia Meta, conocida como Metavagante en los social media, es una creadora de contenidos de viajes italiana que viaja sola por el mundo.
«A los veintidós años me miré en el espejo e imaginé mi vida futura: me dio asco.» Hace un año Giulia era ingeniera, hasta que un viaje en solitario cambió la ruta de su vida ya preestablecida, encasillada y fría, para abrirse a un mundo que la liberó de sus arrepentimientos.
Giulia soñaba abrir un restaurante, y quería hacerlo ya, apenas terminados los cinco años de Ingeniería de Gestión al Politecnico di Milano. No quería gastar tiempo trabajando para otros. Deseaba construir lo más rapidamente posible su propia actividad, y por eso eligió el curso de gestión, para volverse competente en todos los campos, desde los económicos hasta los organizativos. Todo iba como preestablecido. Estudió, pasó exámenes, siguió entrenándose al gimnasio, sin dejar de alimentar su alma artística, como tocar el piano o pintar.
Hasta que un día llegó a sus manos un libro que conmovió algo en su interior: «Como una noche en Bali» de Gianluca Gotto. El protagonista era un chico que vivía en un increíble edificio de Milán, y que lo tenía todo menos el tiempo: estaba obligado a trabajar ocho horas al día, en el mismo sitio, todos los días.
«Comprendí que atarme a un solo lugar no era mi camino. Por eso se me olvidó la idea del restaurante, ahora no estoy dispuesta a perder el mundo por un negocio estable.»
Esto es lo que me empieza a contar Giulia en una llamada online desde Australia, a las ocho de la noche. Acababa de ducharse y estaba peinándose. Lamentó no poder presentarse de una manera más profesional, pero a ella le gusta ser así, espontánea, como también la definen muchos de sus ochenta y un mil seguidores en Instagram. Me llamó la atención que en sus vídeos siempre intentara dar información útil a sus seguidores, como por dónde empezar a camperizar una furgoneta, o cómo elegir el tipo de hostels adecuados para hacer nuevos amigos. Pero sobre todo lo que la distingue, es la forma en que habla con sus seguidores, siempre trata de animarlos a hacer los viajes que quieren hacer, dando consejos sobre cómo superar sus miedos.
¿Cuándo decidiste empezar a hacer de los viajes tu trabajo?
«En realidad, empecé un poco jugando, cuando durante la pandemia decidí mudarme a Tenerife. Era la primera vez que viajaba sola y estaba muy asustada. No hablaba español y estaba en un nuevo país. La primera semana que estuve allí también había venido mi novio de entonces, que me había animado mucho a seguir estas ganas de descubrir el mundo. Después me quedé sola ahí, pero fue más fácil de lo que había imaginado. En un momento comencé a hablar con todos los que encontraba, desde los ancianos del pequeño pueblo donde vivía, hasta los chicos de mi edad que venían de todo el mundo y que compartían mi deseo de viajar y explorar.»
Giulia se puso de pie y caminó por la habitación mientras me contaba sobre estas experiencias. Como si la energía que sus palabras liberaban se extendiera por todo su cuerpo. Nunca había soñado hacer una única carrera, como sugería su camino de ingeniera. En cambio, había soñado durante veinte años con poder dedicarse a todo lo que le gustaba, desde los deportes hasta la música y los viajes. Era solo un sueño, porque todo y todos en su mundo le decían que tenía que elegir un solo camino para seguir durante su vida entera.
¿Hubo un momento en concreto que te hizo cambiar de ruta?
«Nunca olvidaré ese día en Milán. A los veintidós años me miré al espejo e imaginé mi vida futura: me dio asco. Quería viajar, vivir del viaje, no quedarme quieta en el mismo lugar. Así que usé mi mente de ingeniería para construir la base de mi futuro trabajo. Pensé que para presentarme a trabajar en una agencia de viajes sería más efectivo llegar con productos ya hechos, y por eso documenté mi experiencia en Tenerife como trabajadora workaway: para empezar a contar mis viajes en las redes sociales.»
De hecho, desde la experiencia de Tenerife, Giulia nunca ha parado. Así que en unos meses se convirtió en @metavagante. El nombre Meta proviene de su apellido, y vagante de su idea de no parar nunca.
Tras realizar pequeños viajes a Malta, Budapest, Cerdeña, Estados Unidos, Islandia, empezó a tener suficiente material. Pero monetizar no fue fácil, de hecho durante meses solo tenía 2000 seguidores activos. Pero nunca dejó que eso la deprimiera, siguió haciendo videos y publicándolos.
En algunos vídeos subrayas que no haces turismo, no te vas de vacaciones, pero viajas. ¿Cuál es para ti la diferencia entre viajar y hacer turismo?
«Los que se van de vacaciones se encierran en una burbuja, dejan la vida fuera para cumplir un capricho, disfrutan del momento, pero con el peso de volver a casa en el pecho. Nunca he experimentado este sentimiento porque en cada viaje llevo toda mi vida conmigo. Sigo entrenando, trabajando, cultivando mis hobby. No concibo el viaje como un parar, sino como un fluir continuo que es mi camino de vida.»
A lo largo de los meses, sus publicaciones han mejorado en calidad y contenido. Giulia ha comenzado a moldear su propia voz, su propio estilo que, aunque todavía está en proceso de transformación, ha comenzado a hacerla sentir más segura de lo que estaba haciendo y cómo lo estaba haciendo. Y así, empezando a tener más confianza en los medios, decidió documentar su primera experiencia en el Camino de Santiago Francés.
¿Por qué decidiste hacer el Camino de Santiago?
«Porque el camino estaba en la lista de cosas que nunca podría hacer. Siempre y nunca. O al menos hasta que tuviera un novio con quien compartir esta experiencia. Porque desafortunadamente crecí en una sociedad que me repetía hasta la muerte: las mujeres no pueden viajar solas. Yo era una mujer y, por lo tanto, nunca podría haber hecho nada de lo que soñaba lograr. Y luego, cuando descubrí que podía hacerlo, agarré mi mochila y recorrí 900 km durante treinta y cuatro días. Finalmente me sentí dueña de mi vida y, sobre todo, libre».
Y entonces todo sucedió como cuando cae una avalancha: a veces basta un chasquido de dedos para hacer temblar la montaña. Publicó un vídeo en el que contaba los tres primeros días de camino, y una mañana en el hostal mientras desayunaba con unos peregrinos, abrió Instagram y sus seguidores habían llegado a los once mil. El segundo día a veinte mil, el tercero a cuarenta mil. Al final del camino, había acumulado cincuenta mil seguidores.
¿Cómo ha cambiado tu trabajo en las redes sociales desde entonces?
«Decidí transformar esta pasión que hacía más por diversión que otra cosa, en algo serio. Cada noche dediqué algo de tiempo a editar videos y crear contenido que pudiera contar esa experiencia de la manera más auténtica. Fue agotador, sobre todo viendo a mis compañeros descansando, bebiendo y bromeando después de un día de caminar más de veinte kilómetros. Pero cuando vi que los videos se habían vuelto virales, llegando a más de 4 millones de personas, les dije a mis padres que me tomaría seis meses para hacer que esto funcionara».
De hecho, a partir de ese momento algunas agencias se pusieron en contacto con ella para pedirle colaboraciones. Ahora, un año después de su entrada en el mundo de los influencers de viaje, Giulia ha logrado crear colaboraciones estables con algunas agencias, como Skyscanner, aunque me confiesa que durante muchos meses no ganó nada y ninguna agencia le respondía a sus correos.
¿Tuviste miedo de tener que dejar este sueño?
«El trabajo del influencer aún no tiene reglas específicas. Nadie explica cómo hacerlo. Por eso a veces me siento sola, porque ninguno de mis amigos hace este trabajo, nadie puede compartir mis miedos o dudas. Todos los meses tengo un burn out, exploto y pienso en dejarlo. Pero luego recuerdo que esto es un trabajo freelance, y es normal que haya meses en los que gano más y otros menos. Para esto tengo que estar activa en la investigación, así que las oportunidades siempre llegan.»
Muchos de sus seguidores le escriben que sueñan con vivir como ella, viajar por el mundo y ser influencer. Giulia, sin embargo, les señala que no saben exactamente qué es ser influencer, pues emprender ese camino no significa hacer videos y publicarlos. Hay toda una construcción detrás de cada contenido, de la que la gente no tiene ni idea.
¿Qué es lo que más te gusta del trabajo que estás construyendo?
«La belleza de mi trabajo es que yo soy mi propia empresa. Pero por otro lado, también estoy sola para mantenerme. La gente solo ve los viajes, lo bonito, lo espectacular, pero no saben que detrás de todos esos vídeos hay un trabajo agotador y minucioso que me mantiene la mente ocupada todo el día. Todos quieren ser libres y viajeros, pero pocos pueden soportar las consecuencias de este estilo de vida, como un salario que cambia cada mes, amigos que dejamos por el mundo, familia lejana. Además, tengo que ser la misma creadora, escritora e incluso directora de todo lo que hago. No estamos educados para esto, no estamos educados para cambiar.»
Pero ella ha hecho muchos cambios en el último año, y de hecho, siempre con la mochila al hombro, ha cruzado medio mundo y aterrizado en Australia, donde actualmente se encuentra documentando su viaje por el continente en una furgoneta que camperizó sola y con la ayuda de unos amigos en Sydney. Los primeros meses no fueron fáciles, de hecho Giulia no solo trabaja como creadora de contenido por ahora, también ha sido camarera durante muchos meses, hasta ahora, cuando encontró trabajo en una destilería.
¿Por qué decidiste trabajar en una destilería?
«He vivido demasiado tiempo como si tuviera que identificarme con un único trabajo. Y este trabajo en la destilería es un sueño hecho realidad para mí, me gusta trabajar aquí, así que pensé quién sabe si podría continuar con los dos trabajos. Y no importa si fallo, por lo menos lo intenté. En este período estoy buscando de romper este mensaje tan inculcado en Italia de que todos tenemos que elegir un camino y sacrificar el resto de nuestra existencia. Yo, en cambio, estoy aprendiendo a tener muchos caminos abiertos al mismo tiempo.»
Si bien la conexión comenzó a ser un poco inestable, Giulia cambió de habitación, que parecía ser una lavandería, y comenzó a doblar la ropa.
Para empezar a ser creadora de contenido, ¿te inspiraste en alguien?
«Tengo dos pilares: Wild flower Mood y A Wild Mind. Son dos chicas que me han inspirado mucho, pero ahora mismo estoy cambiando, creciendo, buscando mi figura. Conocí a Federica de A Wild Mind aquí en Australia y me gustó su mentalidad de no importarle un carajo y simplemente hacer lo que le gusta. De hecho, desde que estoy aquí, sobre todo desde que empecé a hacer vídeos de la furgoneta, me siento más yo misma, me expreso mejor y con más satisfacción. Porque es fácil olvidar lo que te gusta cuando trabajas con las redes sociales, muy a menudo haces videos para complacer al público y te olvidas de lo que realmente te mueve. Aquí trato de recordar más a menudo lo que me gusta.»
Son casi las ocho y media, y el tiempo de la entrevista está terminando. Me cuenta cómo está tratando de renovar su visado para quedarse en Australia, porque este país la está sorprendiendo, sobre todo en las oportunidades que ofrece, a diferencia de Italia, que es cada vez más pobre en empleos para jóvenes. Porque la mayoría de las veces es solo un problema de mentalidad, creer que puedes tener una oportunidad. Y muchas veces me repite que lo que absolutamente no quiere vivir son los arrepentimientos, arrepentimientos de no haber vivido la vida que le hubiera gustado, de no haber tomado todos los caminos que quería recorrer.
¿Cómo venciste el miedo a arrepentirte del pasado?
«Simplemente trato de lograr todo lo que sueño, aunque a veces puedo tener miedo de fallar. Tuve que dejar de preocuparme por el juicio de otras personas y comenzar a darle espacio a mi juicio. Y sobre todo, de no imponerme límites que otros me han puesto. Aunque soy mujer, he podido viajar sola por medio mundo y sigo haciéndolo cada día. El dolor que pude haber sentido en el pasado es ahora lo que me da la energía para descubrir el mundo y conocer gente nueva. Y por eso hoy me como la vida a bocados, sin remordimientos ni miedos. Al final, la vida es un flujo, como viajar, y me llevará hasta donde tendré que llegar.»